Camino por la pista que me conduce a la plana del monte; las ruinas de lo que fue una ermita presiden el lugar y parecen predecir la suerte de aquellas tierras de areniscos y gramíneas dispersas. Mi mirada llega a atisbar el horizonte donde los rayos del atardecer iluminan las fachadas de los edificios que en derredor separan la libertad de las horas; aun lejano el tronar de las máquinas que han empezado a remover la tierra, su sentido, parece ser aviso de que un futuro no está tan lejos.
No hace mucho que el coche de línea me trajo a Barcelona. Partí de casa de mis padres a primera hora de l tarde, en la maleta, muchos enseres, en la cabeza muchas ideas que con ilusión pensaba poner en funcionamiento en cuanto me hubiese instalado en mi nueva casa.
La habitación del nº 9 de Roger de Flor poco tenía que ver con la que tenía en casa de mis padres, en aquella habitación hasta entonces había plasmado todas mis vivencias, ahora me encontraba en un vacío que había que llenar. De momento mi única vivencia era la nada, la cual me acompañó hasta que por fin empecé con la personalización de mi vida en la habitación. Poco a poco empezaron a aparecer tarjetas de locales que frecuentaba, libros, hojas de apuntes, cd’s, dvd’s….
No pidas permiso: publica ya tu libro
Hace 6 días
No hay comentarios:
Publicar un comentario